Corazón de tela

06.04.2019

Por: MERCI MARIE FINESSE CASAS CORONEL. 3ro. de Secundaria - I.E.P. Palmer School (San Martín de Porres - Lima)

Ilustración: Mauricio Huiza Villanueva (15 años)
Ilustración: Mauricio Huiza Villanueva (15 años)

Yo siempre estuve junto a ti, acompañé a tu padre en el cumplimiento de sus sueños y ahora te acompaño, pero debo confesarte que me enamoré de ti. Me gustó tu dulzura y delicadeza, tu humildad y creatividad. Tú y solamente tú, pero el amor que siento por ti es prohibido, si me escucharas estoy segura de que te parecería absurdo, tan tonto como si una pintura se enamorara de su pintor o un maniquí de su diseñador. Me conformo con mirarte día a día y poder ayudarte a crear. No importa las agujas ni los alfileres, si al terminar, me permites ver aquel hermoso rostro resplandeciente de felicidad con aquella hermosa sonrisa que jamás podré olvidar.

Aún recuerdo tu mirada mientras llorabas por la pérdida de Brigith, tu primer y último amor. Cuando juraste que no volverías a enamorarte se me rompió el corazón. No soportaba verte así. Aún recuerdo que me hablabas sobre tu soledad, así supe que murió en un incendio y que trabajabas demasiado para algún día formar una familia con ella. A veces le regalabas una de tus creaciones en la que trabajabas toda la noche solo en compañía de una velita al lado del escritorio donde tenías tus diseños, ahí dejaste un vestido que hiciste para ella con una pequeña carta encima, la cual nunca pudo llegar a leer.

Yo la envidiaba, pero me gustaba que estuviesen juntos, ya que te veías con una felicidad única que aún no has recuperado, pero confío que algún día lo harás.

Aquella chica, Carol, viene todo los días a verte, has cambiado de nuevo tu mirada y me has dicho que te sientes incómodo y acosado. Lamento no poder hacer nada, quisiera ayudarte, pero no está en mis manos.

- Hola Dylan, ¿qué haces? ¿Confeccionas un vestido para mí?

- No. Podrías retirarte, estoy algo ocupado - Dijo un poco enojado.

- Venía a invitarte a comer conmigo al restaurante del frente. Tienes que dejar las telas de vez en cuando y preocuparte por ti.

- Las telas son lo único que tengo y lo único que me distrae.

- Dylan, sabes que me gustas mucho y no me gusta verte así.

- ¡Entonces vete!, no tengo tiempo para esas cosas y menos para jugar contigo - Dijo Dylan al estallar en ira.

Los ojos de Carol se llenaron de lágrimas e hizo un berrinche pateando todo como una niña pequeña dispuesta a conseguir lo que quería. Dylan se sintió mal y pidió disculpas, pero Carol seguía llorando. No le quedó más opción que acompañarla si no quería que destrozara la pequeña casa que tenía como taller.

Te vi con Carol a través de la ventana, no me gustaba que manipulado, pero lo más doloroso e impactante fue cuando se lanzó hacia ti y consiguió robarte un beso.

El corazón del maniquí quedó reducido y por el fuerte dolor se retorció, dejando caer la vela sobre los diseños y el vestido de Brigith. El maniquí se levantó sin importarle las llamas, todo para salvar el vestido. Dylan vio el humo desde el restaurante y apartó a Carol para ir corriendo a ver qué pasaba en su hogar, donde solo se encontró con el traumático escenario del maniquí en llamas protegiendo el vestido de su amada. El maniquí se quemó por capas de tela, que mientras más profundizaban dejaban de ser ese material hasta llegar a su humano corazón, tan ensangrentado de dolor.

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